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PRIMERA TEMPORADA 2025. OFUNAM
Programa 7. Música y el medio ambiente. Agua.

Unsuk Chin (1961)
Fiesta del té, de Alicia en el País de las Maravillas
Dimitri Shostakóvich (1906-1975)
Concierto para violonchelo núm. 1, Op. 107
José Pablo Moncayo (1912-1958)
Tierra de temporal
Alexander Scriabin (1872-1915)
Poema del éxtasis
Iván López Reynoso, director huésped
Giovanni Gnocchi, violonchelo
5 de abril, 2025 20:00 horas
6 de abril, 2025. 12:00 horas
Sala Nezahualcóyotl. CCU
$240.00 $160.00 $100.00

PRIMERA TEMPORADA, Programa 7. Música y el medio ambiente. Agua


Programa 7. Música y el medio ambiente. Agua.
Unsuk Chin, Dmitri Shostakóvich, José Pablo Moncayo, Aleksandr Scriabin
La Orquesta Filarmónica de la UNAM te invita a vivir una experiencia inolvidable en el séptimo programa de la Primera Temporada, enmarcado en el ciclo "Música y medio ambiente: Agua". En esta ocasión, regresa al pódium el talentoso director Iván López Reynoso, para guiarnos a través de un programa vibrante, evocador y profundamente emotivo..
Un repertorio que fluye como el agua:
"La fiesta del té" – Fragmento de la ópera Alicia en el país de las maravillas de Unsuk Chin, una obra contemporánea llena de imaginación y colores sonoros.
"Concierto para violonchelo núm. 1" – Del genial Dmitri Shostakóvich, interpretado por el virtuoso Giovanni Gnocchi, quien dará vida a una de las piezas más desafiantes y apasionadas del repertorio para este instrumento.
"Tierra de temporal" – De José Pablo Moncayo, una obra que retrata con fuerza y belleza la intensidad del paisaje mexicano.
"Poema del éxtasis" – Del visionario Aleksandr Scriabin, una partitura envolvente que transporta al oyente a un estado de sublime inspiración.
Déjate llevar por la fuerza de la música y acompáñanos en este fascinante programa. Te esperamos en la Sala Nezahualcóyotl para disfrutar de un programa inolvidable.
AMIGOS DE LA OFUNAM – Compartiendo la Pasión por la Música.
UNSUK CHIN (1961). Fiesta del té, de Alicia en el País de las Maravillas Duración aproximada: 3 minutos.
"Unsuk Chin: Innovación y poesía en el arte sonoro contemporáneo"
La compositora surcoreana Unsuk Chin (nacida el 14 de julio de 1961) es una figura destacada de la música contemporánea, reconocida por su enfoque innovador, texturas sonoras únicas y su habilidad para fusionar tradición y modernidad. Influenciada tanto por su herencia cultural como por los avances tecnológicos, Chin ha creado un lenguaje musical que desafía las convenciones y transporta al oyente a paisajes sonoros de asombrosa complejidad.
Chin emplea colores orquestales fascinantes, combinando instrumentos tradicionales y tecnología electrónica para crear una paleta sonora rica y única. Sus obras a menudo presentan patrones rítmicos entrelazados, influenciados por el minimalismo y la música tradicional asiática.
Chin incorpora humor, ironía y referencias literarias en sus composiciones, como en su ópera "Alice in Wonderland", basada en el libro de Lewis Carroll. Conexión emocional y abstracta: Aunque sus obras son técnicamente complejas, siempre evocan una experiencia emocional o narrativa profunda.
Unsuk Chin creció en Seúl, donde comenzó su formación musical aprendiendo piano de manera autodidacta. Posteriormente, estudió composición con Sukhi Kang y, en 1985, se trasladó a Alemania para trabajar bajo la tutela de György Ligeti, cuya influencia es evidente en su lenguaje armónico y su enfoque en la innovación. Chin se destacó rápidamente en el ámbito internacional, obteniendo reconocimiento con obras que desafiaban las normas de la música contemporánea.
En una época donde las mujeres enfrentaban barreras significativas en la música clásica, Chin rompió moldes al ser una de las pocas compositoras en alcanzar prominencia en los principales escenarios internacionales.
Chin se distingue por su enfoque interdisciplinario, combinando literatura, filosofía y tecnología en sus obras. Cree que la música no solo es un arte abstracto, sino también un vehículo para cuestionar y reflexionar sobre el mundo.
Sus composiciones no se limitan a lo puramente auditivo; buscan crear experiencias inmersivas que despierten la imaginación. Chin describe su proceso creativo como un diálogo constante entre tradición e innovación.
Unsuk Chin ha demostrado que la música contemporánea puede ser técnica y accesible a la vez, ofreciendo algo único tanto para expertos como para el público general. Como compositora pionera, ha inspirado a una nueva generación de artistas a explorar la música con valentía y creatividad.
Unsuk Chin es una compositora que transforma lo cotidiano en extraordinario. Su capacidad para explorar lo desconocido y dar vida a mundos sonoros inéditos la convierte en una de las voces más importantes de la música contemporánea.
"Alice in Wonderland: Un Viaje Musical al País de las Maravillas de Unsuk Chin"
La ópera Alice in Wonderland de la compositora surcoreana Unsuk Chin es una obra única que combina el surrealismo literario con una paleta musical moderna y audaz. Estrenada el 30 de junio de 2007 en el Münchner Opernfestspiele (Festival de Ópera de Múnich), bajo la dirección de Kent Nagano con la Orquesta de la Ópera Estatal de Baviera, esta ópera en dos actos está basada en los textos clásicos de Alicia en el País de las Maravillas y A través del espejo de Lewis Carroll.
El libreto, adaptado por el dramaturgo David Henry Hwang en colaboración con Chin, respeta la esencia de los escritos originales, pero los reinventa a través de un lenguaje musical innovador y una puesta en escena de ensueño.
En un mundo donde la ópera contemporánea buscaba nuevas formas de conectar con el público, Chin ofreció una reinterpretación de un clásico universal, abriendo nuevas puertas para el género. Su enfoque resuena con la globalización cultural, combinando influencias de su herencia asiática con las tradiciones europeas.
La elección de Alice in Wonderland refleja la fascinación de Chin por los temas de la identidad y la percepción, aspectos profundamente humanos que también conectan con los dilemas del siglo XXI.
Chin utiliza técnicas modernas como el atonalismo, la microtonalidad y la música espectral para crear un mundo sonoro que refleja la extrañeza del País de las Maravillas. La orquesta incluye una amplia variedad de timbres, desde glockenspiels y celestas hasta instrumentos electrónicos, creando atmósferas fantásticas.
Los personajes utilizan técnicas vocales extendidas, incluyendo glissandos y efectos percutivos, para subrayar la peculiaridad de los personajes de Carroll. Chin combina elementos de ópera tradicional con técnicas teatrales contemporáneas, haciendo que cada escena sea una experiencia visual y auditiva. Por ejemplo, en la fiesta del té podemos escuchar reminiscencias barrocas, mientras que la fanfarria heráldica que acompaña a la Reina de Corazones parece sacada de una big band.
Estructura de la obra y descripción de escenas
Acto I: Descenso al País de las Maravillas.
Introducción: La ópera comienza con Alicia siguiendo al Conejo Blanco. La música es frenética y juguetona, con ritmos entrecortados y escalas ascendentes que simulan el vértigo de la caída.
La mesa del té: Un clímax musical caótico presenta a personajes como el Sombrerero Loco y la Liebre de Marzo. Los ritmos irregulares y los cambios abruptos de tonalidad reflejan la absurda lógica de la escena.
El Gato de Cheshire: Esta escena destaca por su uso de electrónica, representando la desaparición y reaparición del gato en formas sonoras efímeras y etéreas.
Acto II: A través del espejo
La Corte de la Reina de Corazones: Este segmento tiene una densidad orquestal que acompaña los gritos de "¡Que le corten la cabeza!", con un crescendo que simula la tensión y el caos.
La fuga de Alicia: Una mezcla de música frenética y sonidos que evocan un reloj descompuesto marca la salida de Alicia, simbolizando la transición entre la fantasía y la realidad.
Durante el proceso de composición, Unsuk Chin mencionó que encontró inspiración en los juegos de palabras de Lewis Carroll. Para integrar este elemento en la ópera, diseñó partes donde los solistas literalmente "juegan" con las palabras, alternando entre idiomas y creando patrones sonoros sin sentido. Este enfoque subraya la naturaleza absurda de la narrativa y añade un nivel de profundidad lingüística a la obra.
En 2007, durante los ensayos de "Alice in Wonderland", Chin se sorprendió al ver cómo los cantantes luchaban con los complejos ritmos y pasajes vocales. Sin embargo, lejos de mostrarse rígida, la compositora trabajó pacientemente con cada intérprete para adaptar la partitura sin sacrificar su esencia musical. Esta experiencia subrayó su humildad y compromiso con el arte colaborativo. Al final, el resultado fue tan impresionante que la obra recibió elogios unánimes tras su estreno.
Alice in Wonderland consolidó a Unsuk Chin como una de las voces más importantes de la música contemporánea. Su capacidad para combinar lo surrealista con lo musical ha influido en nuevas generaciones de compositores y ha redefinido lo que puede ser una ópera en el siglo XXI.
Con su riqueza visual y sonora, esta obra sigue maravillando a las audiencias, invitándolas a sumergirse en un mundo donde lo imposible es posible.
Esta será la primera ocasión que la OFUNAM interprete esta maravillosa obra.
DIMITRI SHOSTAKÓVICH (1906-1975). Concierto para violonchelo núm. 1 en mi bemol mayor, Op. 107. Duración aproximada: 35 minutos.
"Dmitri Shostakóvich: Genio Resiliente de la Música Soviética"
Dmitri Shostakóvich es uno de los compositores más influyentes del siglo XX. Su vida y obra estuvieron marcadas por las tensiones políticas de la Unión Soviética, donde tuvo que equilibrar su creatividad con las estrictas demandas del régimen. Su música, llena de ironía, tragedia y resistencia, se convirtió en un símbolo de lucha artística frente a la opresión.
Shostakóvich vivió durante el auge del régimen soviético, enfrentándose a censura, amenazas y constante escrutinio. Fue denunciado públicamente en 1936 tras el estreno de su ópera Lady Macbeth de Mtsensk, considerada demasiado "formalista". A pesar de ello, logró mantenerse relevante componiendo obras que apelaban tanto al público como al gobierno.
Durante la Segunda Guerra Mundial, sus sinfonías, como la Séptima (Leningrado), se convirtieron en símbolos de resistencia frente al nazismo. Sin embargo, su relación con el régimen siguió siendo ambivalente: fue alabado como héroe nacional pero también vivió con miedo constante a la persecución.
Su música combina intensas explosiones orquestales con pasajes de una delicadeza casi etérea. Esto es evidente en obras como su Sinfonía núm. 5. A menudo incorporaba elementos irónicos y sutiles críticas al régimen, utilizando temas que podrían interpretarse de múltiples formas.
Su estilo combina técnicas modernas con formas tradicionales, reflejando la influencia de Beethoven, Mahler y Stravinsky. Su música transmite una intensa gama emocional, desde la desesperación y la furia hasta la esperanza y el humor sardónico.
En 1941, mientras Leningrado estaba bajo asedio nazi, Shostakóvich trabajó en su Sinfonía núm. 7. A pesar de las bombas y la hambruna, la obra fue interpretada en la ciudad sitiada, con músicos debilitados que tuvieron que ser reemplazados constantemente debido a su salud. La transmisión del concierto, que simbolizaba la resistencia del pueblo soviético, fue amplificada por altavoces hacia las líneas enemigas, desmoralizando a los nazis.
Shostakóvich dejó un corpus musical vasto que sigue siendo estudiado y admirado. Su habilidad para comunicar emociones complejas y mensajes ocultos a través de la música lo convirtió en un maestro único. A pesar de las adversidades, su arte sobrevivió y floreció, consolidándolo como uno de los grandes compositores de todos los tiempos.
Su música no solo refleja la historia de su época, sino que sigue resonando como un testimonio de la resistencia humana frente a la opresión.
"La Rebelión del Violonchelo: Concierto para Violonchelo No. 1 de Shostakóvich".
El Concierto para violonchelo núm. 1 en mi bemol mayor, Op. 107, de Dmitri Shostakóvich, es una de las obras más emblemáticas del repertorio del siglo XX. Compuesto en 1959, este concierto está dedicado al legendario violonchelista soviético Mstislav Rostropovich, quien estrenó la obra el 4 de octubre de 1959 en Leningrado (actual San Petersburgo). La Orquesta Filarmónica de Leningrado, dirigida por Yevgeny Mravinsky, acompañó al solista en una velada histórica que marcó un hito en la música contemporánea.
Este concierto no solo es una obra maestra técnica y emocional, sino también un testimonio de la creatividad de Shostakóvich en un periodo donde la censura y la vigilancia política eran omnipresentes.
En 1959, Shostakóvich ya era un compositor establecido, pero seguía lidiando con la presión del régimen soviético. Este concierto, aunque aparentemente abstracto, puede interpretarse como una exploración de la lucha interna del autor: un artista atrapado entre la lealtad al Estado y su necesidad de expresión personal.
Mstislav Rostropovich, un ferviente defensor de la música de Shostakóvich, influyó profundamente en la creación de esta obra. Se dice que aprendió el concierto en solo cuatro días, demostrando su excepcional virtuosismo y su compromiso con el compositor.
Motivo DSCH: El concierto gira en torno al famoso motivo DSCH (re-mi bemol-do-si en notación alemana), una firma musical que representa las iniciales del compositor en clave musical. Este leitmotiv da cohesión a toda la obra.
Shostakóvich utiliza técnicas contrapuntísticas avanzadas para crear diálogos entre el solista y la orquesta, equilibrando momentos de lirismo y tensión. La obra utiliza una orquesta relativamente pequeña (sin clarinetes ni trompetas) pero con gran impacto sonoro, donde destacan el corno y las cuerdas graves.
La música refleja la dualidad típica de Shostakóvich: ironía sardónica y melancolía sincera, temas recurrentes en su obra.
Durante los ensayos del estreno, Rostropovich cometió un error en una de las secciones más difíciles. Shostakóvich, conocido por su carácter tímido pero mordaz, bromeó diciendo: "Es una forma interesante de tocarlo, aunque no es lo que escribí". Esta anécdota refleja el respeto y la camaradería entre ambos artistas, que compartían un entendimiento profundo de la música.
Descripción de los movimientos
1. Allegretto. El primer movimiento es vibrante y enérgico, con el motivo DSCH como núcleo central. Desde el inicio, el violonchelo establece un tono impetuoso, que la orquesta amplifica con ritmos insistentes y un carácter casi marcial. Este movimiento combina ironía y agresividad, características del estilo maduro de Shostakóvich.
2. Moderato. El segundo movimiento es una meditación introspectiva, donde el violonchelo canta una línea melódica profunda y melancólica. La orquesta proporciona un acompañamiento tenue, casi como un susurro. Este movimiento es un reflejo de la habilidad de Shostakóvich para expresar emociones humanas complejas, desde la tristeza hasta la esperanza tenue.
3. Cadenza (Adagio). En lugar de un movimiento separado, Shostakóvich incluye una extensa cadenza que sirve como puente entre el segundo y el cuarto movimientos. Aquí, el violonchelo está completamente solo, explorando una amplia gama de registros y texturas. La cadenza es técnicamente desafiante y emocionalmente desgarradora, funcionando como un monólogo del intérprete.
4. Allegro con moto. El movimiento final es una explosión de energía, con ritmos frenéticos y pasajes virtuosísticos. El motivo DSCH regresa, pero ahora con un carácter más triunfante. La interacción entre el solista y la orquesta es dinámica y emocionante, cerrando el concierto con una mezcla de tensión y liberación.
El Concierto para violonchelo núm. 1 no solo consolidó la reputación de Rostropovich como el mayor violonchelista de su generación, sino que también se convirtió en un estándar del repertorio moderno. Su mezcla de virtuosismo técnico, profundidad emocional y relevancia histórica lo coloca como una obra maestra indiscutible del siglo XX.
La OFUNAM interpretó este concierto por primera vez 6 de marzo de 1993 en la Sala Nezahualcóyotl, bajo la dirección de Jesús Medina y Nathaniel Rosen como solista. La ocasión más reciente en que se interpretó fue el 3 y 4 de junio de 2017 en la Sala Nezahualcóyotl bajo la dirección de Juan Carlos Lomónaco y Alexey Stadler como solista.
JOSÉ PABLO MONCAYO (1912-1958). Tierra de temporal. Duración aproximada: 14 minutos.
"José Pablo Moncayo: Ritmos que Definen a México"
José Pablo Moncayo, uno de los compositores más icónicos de México, dejó un legado musical que sigue vibrando en el corazón del repertorio orquestal mexicano. Aunque su obra es relativamente breve debido a su temprana muerte, Moncayo encapsuló el espíritu nacionalista de su época y se convirtió en un símbolo de la identidad cultural de México.
Moncayo nació en Guadalajara, Jalisco, en un período de grandes transformaciones sociales y culturales en México. La Revolución Mexicana había generado una búsqueda por definir y fortalecer la identidad nacional, y esto se reflejó en las artes. La música se convirtió en un vehículo para exaltar las raíces culturales del país.
Durante la década de 1930, Moncayo se unió al movimiento nacionalista musical liderado por Carlos Chávez y Silvestre Revueltas. Este grupo buscaba incorporar elementos folclóricos y tradiciones indígenas a composiciones sinfónicas, construyendo un puente entre la música clásica europea y las raíces mexicanas.
Moncayo utilizó ritmos y melodías folclóricas mexicanas como base para sus composiciones, especialmente en obras como Huapango (1941). Su dominio en la orquestación permite que su música tenga una paleta rica y vibrante. juega con secciones de gran intensidad y momentos de lirismo introspectivo, mostrando una sensibilidad única. A pesar de su fuerte apego al nacionalismo, Moncayo adoptó técnicas compositivas modernas, influido por autores como Ravel y Debussy.
La inspiración para Huapango vino directamente de un viaje de Moncayo al estado de Veracruz, donde escuchó sones jarochos interpretados en las plazas. Fascinado, recopiló las melodías de los huapangos tradicionales "El Siquisirí," "El Balajú" y "El Gavilancito", transformándolas en una obra sinfónica que capturó la esencia de México. Curiosamente, durante su estreno en 1941, Moncayo estaba tan nervioso que apenas pudo disfrutar de la ovación de pie que recibió.
José Pablo Moncayo es recordado como uno de los pilares del nacionalismo musical mexicano. A pesar de su corta vida, logró inmortalizar el espíritu del país en su música, dejando una marca indeleble en la historia cultural de México. Su obra sigue resonando en auditorios y corazones, evocando el paisaje, la tradición y la pasión de su tierra natal.
"Tierra de Temporal: Naturaleza y Espíritu Mexicano en Música"
José Pablo Moncayo, uno de los compositores mexicanos más célebres del siglo XX, creó "Tierra de temporal" en 1949, una obra que encapsula la fuerza de la naturaleza y la riqueza cultural de México. Aunque Moncayo es principalmente conocido por su Huapango, Tierra de temporal demuestra su habilidad para retratar paisajes sonoros vívidos y emociones humanas complejas. La obra fue estrenada el 15 de mayo de 1949, con la Orquesta Sinfónica de México bajo la dirección de Carlos Chávez, mentor del compositor.
En la década de 1940, México vivía un período de gran efervescencia cultural conocido como el nacionalismo musical mexicano. Compositores como Moncayo buscaban incorporar elementos autóctonos y tradiciones folclóricas en sus obras, fusionándolos con técnicas sinfónicas modernas. Tierra de temporal refleja esta corriente al evocar los paisajes y fenómenos naturales del campo mexicano, especialmente aquellos asociados con las tormentas y los ciclos agrícolas, esenciales para la vida rural.
La obra también se inscribe en el contexto de la posrevolución mexicana, un período en el que los artistas buscaban construir una identidad nacional a través de su arte, destacando la conexión entre el hombre y la tierra.
Moncayo utiliza una paleta sonora rica y variada, con secciones de cuerdas, maderas y metales que evocan la fuerza de la naturaleza. Ritmos sincopados y danzas tradicionales mexicanas subyacen en la obra, otorgándole un carácter fresco y enérgico.
La obra oscila entre pasajes líricos y explosivos, reflejando tanto la calma antes de la tormenta como su furia desatada.
Aunque nacionalista en esencia, Moncayo muestra una influencia de compositores como Debussy y Ravel en su uso del color armónico y las texturas.
Estructura y descripción de la obra.
Aunque no tiene movimientos separados, Tierra de temporal se desarrolla como un poema sinfónico continuo con diferentes secciones que describen narrativamente la experiencia de un temporal en tierras mexicanas.
Introducción - La calma antes de la tormenta: La obra comienza con un ambiente tranquilo, representando los momentos de paz previos al temporal. Las cuerdas dibujan un paisaje sereno, mientras las maderas y los metales añaden matices que anticipan la inminente tormenta.
La llegada del temporal: El ritmo se acelera con la irrupción de percusiones y un crescendo en la orquesta que simboliza el rugido de los vientos y la caída de la lluvia. Las secciones de metales se destacan con líneas poderosas, mientras las cuerdas aportan un dinamismo vertiginoso.
El clímax de la tormenta: Aquí, la obra alcanza su punto más dramático. Las trompetas y los timbales evocan la intensidad del temporal, mientras que las cuerdas representan el caos de la naturaleza en su máximo esplendor. Este pasaje es un despliegue de energía y dramatismo.
El renacer de la tierra: Conforme el temporal se disipa, la música se torna más calma y melódica, simbolizando el renacimiento y la fertilidad de la tierra. Un tema lírico en las cuerdas cierra la obra con un aire de esperanza y renovación.
Se dice que Moncayo se inspiró en las intensas lluvias y tormentas que presenció durante sus viajes al campo mexicano. La obra refleja no solo el poder destructivo de un temporal, sino también su capacidad para renovar la tierra y llenar de vida los campos. Además, Tierra de temporal marca un momento de madurez artística en la carrera de Moncayo, consolidándolo como uno de los grandes compositores mexicanos de su época.
Tierra de temporal es un ejemplo brillante del nacionalismo musical mexicano y un testimonio del talento de Moncayo para fusionar elementos tradicionales con la música sinfónica contemporánea. La obra sigue siendo interpretada por orquestas de todo el mundo, celebrando la riqueza cultural y natural de México.
La OFUNAM interpretó esta bella pieza por primera vez 5 de abril de 1968 en el Teatro de Arquitectura, bajo la dirección de Armando Zayas. La ocasión más reciente en que se interpretó fue el 30 de junio de 2012 en la Sala Nezahualcóyotl bajo la dirección de Juan Carlos Lomónaco
ALEXANDER SCRIABIN (1872-1915). Poema del extasis. Duración aproximada: 20 minutos.
"Aleksandr Skriabin: El Visionario de la Música y la Luz"
Aleksandr Skriabin fue un compositor ruso cuya música desafió las convenciones de su tiempo, transformando las corrientes del romanticismo hacia un simbolismo místico y experimental. Su obra refleja una búsqueda constante de trascendencia espiritual y una conexión entre la música, la filosofía y la luz, que lo convierte en una figura única en la historia de la música.
Skriabin vivió durante un periodo de gran agitación en Rusia, marcado por movimientos revolucionarios y transformaciones artísticas. Su obra refleja la influencia del simbolismo y las ideas filosóficas de Nietzsche y la teosofía, las cuales impregnaron el ambiente cultural de la época. Aunque algunas de sus ideas fueron vistas como excéntricas, influyó profundamente en compositores como Stravinsky y Prokófiev.
Su obra temprana está influida por Chopin, pero gradualmente desarrolló un lenguaje armónico propio, basado en estructuras cromáticas y acordes místicos. Concebía la música como un medio para trascender lo terrenal. A menudo relacionaba sonidos con colores, lo que dio lugar a su famoso "Acorde Místico".
Su uso de tonalidades ambiguas, texturas atmosféricas y formas libres lo establecieron como un precursor del modernismo. Entre sus proyectos más audaces estuvo "Mysterium", una sinfonía incompleta que planeaba interpretar en el Himalaya, combinando música, danza, luz y aroma para provocar una experiencia espiritual colectiva.
En su juventud, Skriabin practicaba piano con tanto fervor que sufrió una lesión en su mano derecha. Desafiante, compuso numerosas piezas para la mano izquierda, mostrando su determinación y creatividad.
Skriabin es un puente entre el romanticismo tardío y las audaces exploraciones del siglo XX. Su legado, cargado de simbolismo y espiritualidad, sigue fascinando a quienes buscan entender la música más allá de los sonidos, como una experiencia trascendental.
"Poema del Éxtasis: La Sinfonía del Alma".
Aleksandr Skriabin, un compositor visionario del simbolismo ruso, alcanzó su punto álgido creativo con el "Poema del Éxtasis" (Op. 54), una obra sinfónica que representa su concepto de trascendencia espiritual y la búsqueda de lo divino en la experiencia humana. Estrenada el 10 de diciembre de 1908 en Nueva York por la Orquesta Sinfónica de Nueva York bajo la dirección de Modest Altschuler, esta obra desafió las convenciones musicales de su época con su lenguaje armónico audaz y su ambición filosófica.
Skriabin escribió esta obra durante una época de experimentación artística y espiritual. Influenciado por las filosofías de Nietzsche y la teosofía, creía que el arte podía conducir a la humanidad hacia un estado superior de conciencia. En este sentido, el "Poema del Éxtasis" es tanto una sinfonía como un manifiesto personal de sus ideales.
El lenguaje armónico de Skriabin se basa en el uso de escalas y acordes no tradicionales, como su famoso "Acorde Místico", que evoca un sentido de ambigüedad y expansión espiritual.
La orquesta despliega una amplia paleta sonora, desde delicados solos hasta explosiones sinfónicas, destacando los metales y las cuerdas como protagonistas.
Aunque estructurado, el poema no sigue los moldes sinfónicos clásicos, sino que fluye como una meditación sonora continua. Más que música programática convencional, el "Poema del Éxtasis" es una manifestación sonora del alma humana en su ascenso hacia la iluminación.
Estructura y movimientos:
El "Poema del Éxtasis" no está dividido en movimientos tradicionales, sino que se presenta como una obra continua de unos 20 minutos. Sin embargo, los intérpretes y analistas suelen identificar secciones claras que describen la evolución espiritual del protagonista.
1. Introducción: El despertar del alma. La obra comienza con una atmósfera misteriosa creada por las cuerdas bajas y los vientos. La música evoca la lucha inicial del espíritu por liberarse de lo mundano. Las armonías cromáticas y los motivos ascendentes sugieren un anhelo por lo trascendental.
2. La lucha interior. A medida que la obra avanza, los motivos se vuelven más intensos y conflictivos, representando la confrontación entre las dudas y los deseos del alma. Los metales y la percusión marcan este momento con gran dramatismo.
3. La iluminación. Un cambio tonal y dinámico introduce una sensación de claridad y éxtasis. Los colores orquestales se iluminan, con las cuerdas y los vientos altos liderando un ascenso sonoro hacia la trascendencia.
4. La culminación: El éxtasis divino. El clímax final combina todos los temas previos en una explosión de energía. Aquí, el "Acorde Místico" brilla en todo su esplendor, simbolizando la unión del espíritu humano con lo infinito.
Aunque inicialmente la obra recibió críticas mixtas debido a su complejidad, con el tiempo se ha reconocido como una de las piezas más innovadoras del siglo XX. Su estreno en Rusia bajo la batuta de Serge Koussevitzky consolidó su lugar en el repertorio sinfónico internacional.
Durante la composición de esta obra, Skriabin afirmó haber tenido visiones de luz y color que lo guiaron en el proceso creativo. Incluso llegó a diseñar un "teclado de luces" que, según su concepción, debía proyectar colores en sincronía con la música, un elemento precursor de los espectáculos audiovisuales modernos.
El "Poema del Éxtasis" no es solo una obra musical, sino una experiencia que invita al oyente a embarcarse en un viaje espiritual. Con su lenguaje sonoro único y su mensaje filosófico, esta sinfonía es una obra maestra que sigue fascinando a quienes buscan entender la conexión entre música y trascendencia.
La OFUNAM interpretó El poema del éxtasis por primera vez 6 de mayo de 1977 en la Sala Nezahualcóyotl, bajo la dirección de Luis Herrera de la Fuente. La ocasión más reciente en que se interpretó fue el 14 y 15 de mayo de 2011 en la Sala Nezahualcóyotl bajo la dirección de Bojan Sudjic.
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Iván López Reynoso, director huésped.
Nacido en Guanajuato, Iván López Reynoso estudió violín con Gellya Dubrova, piano con Alexander Pashkov y dirección de orquesta con Gonzalo Romeu. Ha dirigido orquestas en Alemania, España e Italia. Se ha presentado en los principales recintos de México. Tiene un especial interés en la ópera, y ha dirigido más de cuarenta títulos y cuatro estrenos en México. Fue el primer mexicano en dirigir en el Festival de Ópera Rossini de Pesaro en Italia. De 2020 a 2024 fue director artístico de la Orquesta del Teatro de Bellas Artes y desde 2018 es director invitado principal de la Oviedo Filarmonía. Recientemente ha dirigido en la Ópera de Zúrich y en la Ópera de Santa Fe.
Giovanni Gnocchi,violonchelo.
Originario de Cremona en Italia, Giovanni Gnocchi ofreció un concierto para dos violonchelos y orquesta junto a Yo-Yo Ma a temprana edad. Desde entonces ha actuado como solista con la Filarmónica de Zagreb, la Camerata de Salzburgo, la Filarmónica de la Fenice de Venecia y la Orquesta Rossini de Pesaro, bajo la dirección de Gustavo Dudamel, Umberto Benedetti Michelangeli, Christopher Hogwood, Carlo Rizzi y otros directores. Ha interpretado música de cámara con Martha Argerich, Mischa Maisky, Leonidas Kavakos, Andrea Lucchesini, Ilya Gringolts y Alena Baeva, entre otros. Ha participado en el Festival de Artes de Hong Kong, el Beethoven-Fest de Bonn, la Semana de Mozart en Salzburgo, los festivales de Lucerna, Verbier y Radio Francia, el de Prades Pablo Casals y el Ilumina de Brasil. Se ha presentado en escenarios de Alemania, Austria, Italia y otros países de Europa y Asia. Ganó el Concurso Franz Joseph Haydn de Viena y el Borletti-Buitoni Trust Fellowship de Londres, entre otros. Su repertorio incluye obras de Prokófiev, Beethoven, Haydn, Elgar, C. P. E. Bach y Weinberg. Desde 2013, es profesor en la Universidad Mozarteum de Salzburgo.
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